sábado, 14 de mayo de 2011

Rescatado del anaquel: "Los que se quedaron", de Ángel Palomino


¡Qué decir de Ángel Palomino! Quien lo ha leído una sola vez, ya sabe que en cualquier texto suyo va a encontrar muchas cosas, y todas buenas. Un estilo impecable, unas ideas bien asentadas y unas verdades que golpean como puños en las meninges.

Con Los que se quedaron, Palomino viaja a la España contestataria de los 60, con franquistas de fidelidad que empezaba a ser quebrantada, curas rojos, melenudos, exiliados que se reconciliaban, personas honradas que soportaban lo indecible, y la rara avis de unos ciudadanos que, habiendo perdido la guerra, estaban ganando la paz para ellos y para todos. Orgullosos de como les estaba quedando España y restañadas las heridas del pasado, veían con dolor como por una parte antiguos vencedores intentaban ponerse la capa de vencidos para ganar puntos "ante lo que venga" y, por otra, a tantos jovencitos que se dedicaban a recrear los horrores de la guerra. Ellos, que no la habían vivido, les miraban mal por no andar con el puñal en la mano a diario, sin saber que la mejor manera de ganar es hacerlo todos, en conjunto.

Esa es la descripción de Antonio Priego, el protagonista de la novela. Y a mi particularmente me emociona, porque también responde al perfil de mi padre (q.e.p.d.)

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