lunes, 2 de julio de 2007
Rescatado del anaquel: Catecismo Tradicionalista
Con esta sección que abre su primer fuego aquí, tratamos de, generalmente en breve pincelada, uno o dos párrafos, cuando el ímpetu bibliófilo o bibliópata no nos impulse a teclear compulsivamente, reavivar en la memoria algunos títulos hoy desaparecidos de las librerías pero con fortuna todavía encontrables en ferias del libro, librerías de viejo o rastrones (no, no los busquen en bibliotecas públicas). A veces estaremos de acuerdo con lo que en ellos se cuenta, a veces no, pero siempre los consideraremos imprescindibles en el acervo cultural de cualquier español que diga amar a España y, por tanto, a su Historia.
Y empezamos con un texto clásico, el Catecismo Tradicionalista editado en plena segunda república. Hoy puede ser el tradicionalismo algo marginal, es más, pocos sabrían diferenciar claramente entre jaimistas, tradicionalistas y carlistas, con su propia unificación a la vista de eso que fue llamado durante mucho tiempo Cruzada sin que nadie se sonrojara. Pero en su día, en esa España que arrastraba problemas multiseculares sin resolver, pero que no olvidaba sus raíces ni su historia, en ese previo al caos y la revolución sangrienta y destructiva, que no creadora, llegó a tener una veintena de diputados en las cortes de la segunda república. Llegó a dar pálpito a muchas regiones en las que, sin ellos, España hubiera dejado de ser.
Este texto que daba alas a esa figura que decían era el “animal más peligroso”: un requeté recién comulgado, estuvo perdido muchos años. Afortunadamente hace unos pocos una librería valenciana imprimió un facsimil de la misma, a un precio más que asequible, con prólogo de Eugenio Mazón.
Puede que usted, querido lector, no sea carlista. Yo no lo soy. Pero este libro no debe faltar en sus anaqueles. Búsquelo, léalo, y comprenda a esos hombres que hicieron posible que Navarra, fuera la primera.
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