domingo, 15 de julio de 2007
De charla con Fernando Vizcaíno Casas
Hace ya algún año que se fue mi querido Fernando Vizcaíno Casas (q.e.p.d.), tras una dura lucha con el cancer. El hijo del paragüero llegó a ser el autor más leído de España, además de un nunca negado joseantoniano ferviente.
Aquí va un pequeño y modesto homenaje, en forma de dos entrevistas y un artículo. La primera entrevista es de nuestra entrañable Pituca, de la que en futuras ediciones daremos cuenta de sus muchas y buenas escrituras, la segunda, es una entrevista realizada para un público muy concreto en una publicación con un segmento muy determinado: Mujer actual. Y para cerrar la terna, va un artículo de Fernando, publicado en Diario de Valencia, el periódico que le dio cobijo cuando el grupo vasco Correo le puso de patitas en la calle del que fue su periódico durante decenios, Las Provincias, hoy un remedo de El País pero, encima, desde el prisma de la burguesía de derechas local. Una pena.
Primer traste. Pituca
A Fernando Vizcaíno Casas lo conocía a través de correspondencia, ya que desde un principio le enviaba todos los artículos y cuentos que me publicaban. Lo conocí personalmente en la Feria del Libro y así comenzó nuestra relación personal. Este año me dijo que fuese a verle a su despacho para charlar. Esto me dio la idea de entrevistarle, a lo que él accedió encantado con su simpatía de siempre.
Lo primero que hizo fue recordar su paso por "El Alcázar" y su relación con Félix Martialay y otros colaboradores de "La Nación", con mucho cariño.
Su despacho es muy alegre y espacioso, y lo primero que me gustó fue ver que lo preside una bandera española con el Águila de San Juan. También me llamó la atención un retrato muy bonito de su padre al lado de la bandera.
PITUCA: El año que viene se cumple el Centenario de José Antonio y he visto que es Vd. miembro de la Plataforma 2003.¿Qué opinión le merece José Antonio?.
VIZCAÍNO: José Antonio, y lo he dicho reiteradamente, me parece el personaje político más fascinante del pasado siglo. Murió demasiado pronto para poder haber desarrollado íntegramente su ideario, pero la evolución del mismo en los 3 únicos años en que anduvo en la vida pública demuestra su capacidad de asimilación a las necesidades de cada momento, sobre todo su profunda visión de una España armónica.
P:¿Cree que las ideas de José Antonio son actuales?
V:Las ideas en política duran muy poco, aunque sustancialmente sigan vigentes en lo fundamental. Obviamente la idea política de José Antonio hay que situarla en su época y por ello muchas de sus afirmaciones, hoy no tendrían aplicación, pero básicamente el ideario continua siendo absolutamente vigente.
P:¿Por qué cree Vd. que se manipulan y ocultan las ideas de José Antonio a la juventud actual?
V:No solo se manipulan y ocultan las ideas de José Antonio, perfectamente desconocido por la juventud actual, sino que se manipulan, se tergiversan y se falsean todas las ideas e incluso los hechos históricos de nuestro reciente pasado.
P:¿Qué opinión le merece Francisco Franco?
V:Mi opinión sobre Francisco Franco la tengo sobradamente expuesta en los libros, artículos y conferencias. Fue un estadista de excepción y precisamente cuantos ahora pretenden minimizar su actividad no hacen más que ensalzarla, puesto que si era tan torpe, ínculto y necio como pretenden, lo serían muchísimo más quienes no fueron capaces de deponerle.
P:¿A qué cree que se puede deber que muchos de los que colaboraron con su Régimen y tuvieron cargos muy importantes, sean los primeros que hoy día reniegan de él y le tergiversan?
V:Los chaqueteros son una fauna histórica que desde siempre ha existido, aquí y en todas las naciones y en todos los tiempos. Ya don Benito Pérz Galdós, en uno de sus Episodios Nacionales dibuja un personaje, Piapón, que muchos han encontrado en similitud con el protagonista de mi novela "De Camisa Vieja a chaqueta nueva". La ingratitud, el rencor y el miedo son características de quienes cambian de chaqueta sin recordar su pasado y, por supuesto, demostrando su total indignidad.
P:¿Qué le parece la interpretación de la Historia que hacen Tusell, Preston, Ansón, etc. y a qué cree que es debido?
V:Del sr. Tusell y del sr. Preston tengo mucho escrito en mis últimos libros. Son falsarios de la Historia, mentirosos, analfabetos y canallas. No solo yo, otros muchos autores como Ricardo de la Cierva y José Mª García Escudero (q.e.p.d.) les han refutado sus mentiras, pero ellos continúan "erre que erre" chupando el bote y engañando a la juventud.
P:¿Qué le parece la educación actual en la cual no hay Religión y nos falsifican la Historia de España?
V:Sobre la educación actual se ha escrito tanto que no constituye novedad decir que es un puro desastre, tanto en los aspectos académicos o humanísticos, como en los religiosos y patrióticos. Mientras no se reforme a fondo esa educación y, sobre todo, mientras en el País Vasco no se suprima la versión torticera de la Historia de España que se enseña allí a los jóvenes, este país, antes llamado España, no podrá salir en serio hacia delante.
P:¿Qué le ha parecido todo el tema sobre la isla Perejil?
V:Creo que el sainete de la isla Perejil ha sido muy conveniente porque ha demostrado que todavía, cuando se afecta a los intereses fundamentales de España, se crea un estado de opinión absolutamente patriótico, ya que todos hemos seguido, primero con expectación y luego con satisfacción, la feliz actuación tanto de nuestro gobierno, en este caso, como de las Fuerzas Armadas, en lo que ha constituido una intolerable afronta del homosexual rey de Marruecos.
P:Vd. que ha conocido a tantos personajes importantes, ¿Cuál es el que más le ha impresionado?
V:Tengo dicho muchas veces que hay dos personajes importantes que en mi vida me han impresionado mucho: Su Santidad el Papa Pío XII y el Caudillo Franco, a quienes tuve la dicha de conocer, y cuya profunda mirada siempre recordaré mientras viva.
P:¿Tiene alguna anécdota interesante?
V:Tengo unas tantas anécdotas que ya no sé cual contar y en vista de lo cual, mejor será no contar ninguna.
P:Siempre se está criticando la censura del Régimen de Franco ¿Cree Vd. que ahora no hay censura?
V:Hoy existe una censura tan dura o más que la del franquismo, que por supuesto fue estúpida. Esa censura por omisión, que yo recientemente he denunciado en un artículo en el diario "La Razón", consiste en marginar, olvidar y, como dicen en México, ningunear a cuantos estamos fuera de la órbita oficial, los que somos llamados "políticamente incorrectos". Esta censura hace que se nos veten emisoras, televisiones y periódicos, y hace ya muchos años que la denunció la magnífica escritora catalana Mercedes Salisachs.
P:Los jóvenes de hoy en día estamos desinformados, ¿Qué haría Vd. en nuestro lugar?
V:Yo lo que haría en vuestro lugar sería procurar informarme buscando, en lo posible libros y los poquísimos periódicos, entre ellos "La Nación", donde se cuenta la verdad de nuestra Historia. Pero comprendo que es muy difícil que la juventud actual esté informada, cuando los grandes medios, teóricamente informativos, de lo que se habla fundamentalmente es de con quién se acuesta Ana Obregón o del dinero que ganan las señoritas de "Operación Triunfo".
Fue un rato muy agradable. Fernado Vizcaíno Casas me demostró que es una gran persona en todos los aspectos. Tengo que decir que me ayudó en todo momento durante la entrevista. Personas así, sinceras y consecuentes, son las que cambiarían a mi generación. Estoy muy contenta de poder considerarme amiga y camarada suya.
Al despedirnos, reiteró sus saludos para Félix Martialay y demás colaboradores de los que guarda un gratísimo recuerdo de su época de "El Alcazár".
Traste segundo. Mujer actual.
Fernando Vizcaíno Casas acaba de publicar la segunda parte de su autobiografía, "Los pasos contados II", donde hace una radiografía de la España de la transición, entre los años 50 y 75. Vizcaíno Casas, tras 67 años de dedicación al periodismo, ha recibido, recientemente, la Medalla de Oro al Mérito en el Trabajo, lo que confiesa que ha "agradecido mucho, me ha emocionado mucho y creo totalmente justa". El periodista, en esta entrevista, nos desvela los entresijos de esta novela y opina sobre la evolución social de España y también del periodismo actual del que afirma que "ha evolucionado peor por la agresividad de muchos, en ese mal gusto que tiene el periodismo del corazón y de la bragueta, tan de moda ahora."
MARTA SALVADOR
Cuando escribió la primera parte de sus memorias, ¿lo hizo pensando que haría una segunda parte?
Honradamente no, porque cuando yo me puse a escribir este primer tomo de mis memorias, mis primeros 25 años, ignoraba la reacción de mis lectores, de si les iba a interesar o no. Ignoraba también si yo tendría ganas de seguir escribiendo sobre esto. Como afortunadamente la respuesta de los lectores fue muy positiva, me entraron las ganas y escribí este segundo tomo de memorias, incluso con más ilusión que el primero.
¿Con qué dificultades se encuentra ante una obra autobiográfica?
No puedo decir que me haya encontrado dificultades porque como digo, y me he esforzado en aclarar, es una obra autobiográfica en la que mi biografía sirve un poco de voz en off de la época a la que se refieren esas memorias, concretamente, en este segundo tomo, del 50 al 75. Yo comprendo que mi peripecia personal tiene un interés muy limitado y, en cambio, el contorno de la época y las increíbles personas, maravillosas, que yo he conocido sí que tienen interés literario y, yo diría incluso, que más periodístico. Entonces, no he tenido especial dificultad, más que la de recordar algunos datos, que he tenido que comprobar, lógicamente, en hemeroteca. Pero, de los hechos fundamentales me acordaba y de las personas, lógicamente, más todavía.
¿Qué reacción espera por parte del público con esta segunda parte de Los pasos contados?
Pues ya la estoy recibiendo, a Dios gracias. De hecho, el libro, la primera edición, casi se ha agotado en una semana. Yo he estado firmando libros, por ejemplo en el rastrillo, con muchedumbres en la firma. Gracias a Dios la reacción del público está siendo totalmente positiva y favorable.
¿Qué significa para usted la Medalla de Oro al Mérito en el Trabajo? ¿Es un premio más o tiene un significado especial?
Significa que después de estar trabajando desde los 18 años, o sea que si no se me ha olvidado contar, 67, le entregan a uno una condecoración que he agradecido mucho, que me ha emocionado mucho y que creo totalmente justa. No es una condecoración política, sino que reconoce un hecho evidente como eso, que uno ha trabajado mucho en esta vida.
A estas alturas de su vida, ¿cree que tiene un público muy definido o todavía caben algunos perfiles?
No, yo tengo un público digamos fijo, que es ese público clase media que, por otra parte es la única que lee en España, clase media, edad entre los 50 para arriba y luego un público ya más esporádico, que se va renovando, que es el público joven. Afortunadamente, tengo la satisfacción de tener cada día más público joven entre mis lectores.
Su autobiografía le habrá hecho recordar el pasado, ¿añora algo?
Todos añoramos el pasado, entre otras cosas nuestra juventud, que siempre es absolutamente digna de añoranza. Pero no, eso de que cualquier tiempo pasado fue mejor es una estupidez, porque el tiempo pasado fue mejor, fue igual o fue peor. Yo he añorado las muchas cosas buenas de esos años 50-75 que fueron, nada menos que los del desarrollo de la transición de España radicalmente en un país próspero y de clase media. Lo he recordado con mucha nostalgia y con mucha ternura y al propio tiempo he recordado con desagrado otras cosas malas que ocurrieron en la época.
¿Cómo valora la evolución social en España durante el periodo que narra en su libro?
La valoro como uno de los grandes éxitos, por cierto de dos señores que se acaban de morir, Navarro Rubio y Olastres, que fueron los ministros económicos de aquellos gobiernos llamados tecnócratas, que fueron los que hicieron la transformación de España para ofreceros a los jóvenes ésta estupenda que tenéis, que no sabéis lo que nos costó hacer a los viejecitos.
Y el periodismo, ¿ha evolucionado a mejor o a peor?
El periodismo ha evolucionado en algunas firmas, de esos que ahora llamamos columnistas, a mejor, hay unas firmas espléndidas, las hubo también en todos los tiempos. En España, ha habido un periodismo extraordinario, hablo de periodismo de autor. Y, para mí, ha evolucionado peor la agresividad de muchos en ese mal gusto que tiene el periodismo del corazón y de la bragueta tan de moda ahora y en que se ha perdido mucho el respeto y consiguientemente se ha perdido mucha educación entre algunos "compañeros" entrevistadores.
Es difícil contar cosas de personas que van a leer su libro, ¿esto le ha hecho reprimir alguna opinión?
No, no, no, en absoluto. Yo cuento todo lo que ha sido verdad y que, como es lógico, nadie puede desmentir. Le gustará más o menos, ese es un problema, pero lógicamente nadie, nadie, me ha desmentido ni me desmentirá. Que se sienta más o menos molesto, probablemente, pero en fin, todos somos siervos de nuestros propios actos.
¿Ha recibido ya comentarios por parte de los mencionados?
No, no, no, de los mencionados positivamente no, que es lo normal y de los mencionados negativamente ya llegarán. Cuando hablas bien de la gente, en este oficio de periodismo, nunca te lo agradecen, pero cuando se te ocurre la más mínima alusión negativa te insultan enseguida, pero en fin, estoy acostumbrado.
¿Qué le diría al lector para que lea Los pasos contados II?, ¿qué se va a encontrar?
Pues mira le diría, si es un lector de edad madura, que recuerde en ese libro la verdad de los 25 años más trascendentales de este siglo pasado en la historia de España, que los recuerde tal como él los vivió, como los viví yo, que poco tiene que ver con, por lo general, con cómo lo están contando ahora los que no los vivieron. Y a los jóvenes, que lo lean, que se crean todo lo que yo cuento, que se diviertan, porque hay anécdotas divertidísimas porque, pese a lo que digan, fue muy divertida la época y que, ¡hombre!, en cierta medida, nos agradezcan a los viejecitos que os preparamos el terreno para que viváis lo bien que estáis viviendo
Traste tercero (y no nos vamos al traste). José Antonio. Artículo de Fernando Vizcaíno Casas publicado en Diario de Valencia
El pasado jueves 24 de abril se cumplieron cien años del nacimiento de José Antonio Primo de Rivera. Merecía la efeméride una celebración, me refiero en la noticia, en el comentario, en el análisis histórico muy superior a la que le han deparado los medios informativos: Menor, mucho menor, que las dispensadas a cualquier artista de discutibles méritos, a tal o cual cantante de rock, y por supuesto, sin posible comparación con las loas, ditirambos y fervorosas alabanzas consumidas en honor de reputados líderes marxistas. Pensemos, como ejemplo ilustrativo, en lo mucho que se escribió (y se mintió) al morir "La Pasionaria".
Comprendo que a estas alturas, glosar la figura del fundador de la Falange suene a extraño, a arcaico, quizás a inoportuno. Quisiera, sin embargo dejar mi recuerdo en homenaje a uno de los personajes más fascinantes de la política española del siglo XX. Y hacerlo orillando en lo posible esa vertiente política suya. Para centrarme en sus dotes intelectuales, en su categoría humana, en su visión apasionada de España.
Y si a alguno o a muchos les parece mal, me importa un rábano. Bastantes orgasmos de indebido entusiasmo comprobamos cada día a cuenta de individuos que fueron nefastos para esta nación, a quienes los falsarios y los analfabetos nos presentan deformados, grotescamente magnificados. Hace dos semanas lo denuncié, a propósito de un ensalzamiento absurdo de Largo Caballero. Bien se merece José Antonio este esfuerzo por reivindicar su figura.
Su destino natural era el ejercicio de la abogacía, para la que estaba singularmente dotado por formación jurídica, vocación y capacidad dialéctica. El mismo reconoció que amó profundamente esa profesión: pero las circunstancias le obligaron a relegarla a un segundo plano, cuando en ella pudo lograr fortuna y fama. Pero era hijo del Marqués de Estella, el "dictador que no firmó una sola pena de muerte", como destacó uno de sus más contunaces adversarios. Y tras devolver la paz a España, robustecer su economía y hacerla vivir años felices, fue víctima de sus errores y de su ingenuidad, dejó voluntariamente el poder y fue a morir a las pocas semanas en París, en un hotel de segunda clase. Porque tras ejercer cinco años el poder absoluto, murió sin fortuna.
Se desató contra Don Miguel una monstruosa campaña de descalificaciones de acusaciones injustas, de falsas imputaciones. Entonces su hijo José Antonio, que había disentido de su padre en muchas de sus decisiones políticas, sintió la necesidad de salir en su defensa. Así, el joven letrado, de quien los maestros del Derecho de la época, Bergamín, Sánchez Román habían hecho los más encendidos elogios, cuyo bufete gozaba ya de un sólido prestigio, saltó a la arena política. Por una sola razón, que dejó bien clara en su propaganda electoral: por defender la memoria de su padre.
Su brillantez oratoria, su encanto personal, sus inquietudes sociales le animaron dos años después a fundar un movimiento, éste ya político, que se planteaba con una visión nueva y distinta de España, la necesidad de recuperar el pulso de una nación que agonizaba. En el discurso de la Comedia, tantas veces mal interpretado, maliciosamente repetido en fragmentos, ya anticipó que no nacía un partido, sino un antipartido. Y lo hizo con una belleza de estilo que nada tenía que ver con la general zafiedad oratoria de los líderes al uso.
José Antonio tenía una cultura humanística importante. Sus lecturas filosóficas, su admiración por Ortega y Gasset, su conocimiento de los tratadistas más importantes del siglo le amueblaron una cabeza lúcida, sobrada de ilustración, que se combinaba con la frescura de una prosa literariamente brillante y una lógica en el razonamiento nada común entre los políticos de la época. Tampoco entre los actuales. Además, cuantos le conocieron, incluso sus más tenaces antagonistas, coinciden en la fascinación, en el carisma, en el encanto que irradiaba su persona.
Estos antagonistas le respetaron siempre, hay que leer las opiniones de Indalecio Prieto, de Julián Zugazagoitia, del mismo Azaña, tan despiadado, cruel y despectivo con todos sus coetáneos. Y naturalmente, deslumbró a la juventud. Que vió en él una esperanza, una ilusión nueva, una belleza formal en su ideario que engrandecía la hondura de su propuesta nacional. En tiempos mezquinos, cuando la propaganda marxista ahondaba las diferencias entre los españoles y seducía a las masas incultas, tan numerosas entonces, de los llamados tristemente proletarios.
Claro que a José Antonio y su doctrina hay que juzgarlos, setenta años después, sin despegarlos de su época. Es natural que las generaciones jóvenes, que quienes todavía no pasan de los sesenta años, no puedan entender muchas de las actitudes joseantonianas, muchos de sus mensajes, buena parte de su proclama política. Hay que situarse en los años convulsos de la II República, especialmente en los dramáticos meses de la primavera trágica de 1936 para comprender su mensaje. Por eso lo falsifican quienes sacan del contexto histórico y aún del literario muchas de sus frases; sin ir más lejos, la tan contravertida de "la dialéctica de los puños y de las pistolas". Hoy quizás resulte provocativa; en su tiempo respondía a unan triste realidad, a un imperativo más de la defensa que de ataque.
La evolución del pensamiento político de José Antonio a lo largo de los tres años escasos que duró su actividad pública, demuestra asimismo su capacidad de captación de las necesidades sociales de España y su viraje hacia fórmulas de gobierno muy aligeradas del presunto bagaje fascista que le han colgado quienes no se molestaron en estudiar esta trayectoria: la sustancial transformación que se produce desde los floridos planteamientos del teatro de la comedia hasta las pragmáticas y apasionadamente defendidas consecuencias del mitin del cine Europa.
A José Antonio le asesinaron el 20 de noviembre de 1936, aunque el jurado popular hostil que simuló juzgarle quedó convencido de que su veredicto era injusto. Le habían deslumbrado la oratoria, los razonamientos y las alegaciones de aquel muchacho de 33 años que afrontaba con tanta gallardía su muerte. Después siguieron asesinándole los exegetas de ocasión, los hagiógrafos desbocados, un culto desmesurado y en ocasiones grotesco que él hubiera fulminado con sus más irónicos comentarios. Entre enemigos que nunca acabaron de conocerle y presuntos glosadores que por mal entendida admiración o torcidos intereses, hicieron que no se le pudiera conocer en su verdadera, entera, entrañable verdad, José Antonio Primo de Rivera ha quedado como el gran desconocido para la gran mayoría de los españoles. Quisiera que este centenario, emborronado por la sectaria conducta de tantos malvados y tantos estúpidos, pero que al menos ha servido para que se publiquen libros importantes sobre su persona y para que quienes le admiramos siempre pudiéramos demostrárselo en un contorno escéptico cuando no agresivo, sirva para que las generaciones jóvenes se interesen por su persona y por su obra, la estudien, la descubran y siempre colocándola en su tiempo y en sus circunstancias, reconozcan la enorme categoría humana de José Antonio Primo de Rivera.
Ese gran ignorado que iluminó nuestra juventud y nos hizo soñar con ideales nunca cumplidos, pero siempre entrañablemente amados.
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