martes, 29 de julio de 2008

Hemos leido: "La Tournee de Dios", de Enrique Jardiel Poncela

Se acerca el verano a pasos agigantados, así que conviene ir recomendando buenos libros para que vayan haciendo sitio en su maleta.

Uno de los mejores que jamás podrán leer es este: La Tournée de Dios, de Enrique Jardiel Poncela.

Si, reconozco que soy un jardeliano de pro y que esto me puede. Pero las características de este libro, la maestría con la que está escrito este descenso de Dios a la tierra, justo en el Cerro de los Ángeles, en el centro de España.. son superadas por las circunstancias del libro mismo.

Y es que se ha hablado mucho de la tercera España, pero creo que pocos libros la simbolizan tan bien como este: un libro censurado pro la II República al considerarlo propaganda clerical, y por el primer franquismo por verlo como un libro que atacaba a la Iglesia.

Nosotros, al contrario, lo recomendamos fervientemente.

No podemos dejar de traer a colación un episodio de su vida, durante la guerra civil.

Andando por Madrid, con la idea feliz para su nueva obra teatral que tenía en mente, se encontró con su amigo Federico García Lorca, quien se equivocó al decirle “De todo esto, sólo quedaremos tu y yo”. Federico murió tras fracasar el intento de salvarle de sus amigos los falangistas Rosales y Jardiel estuvo a punto de morir asesinado en una cheka, acusado de ocultar en su domicilio a un falangista.

¿Enrique Jardiel Poncela? Tiene que acompañarnos para que le tomemos declaración.
¿De qué se me causa?
De ocultar a Rafael Salazar Alonso. (…) Se le acusa de fascista. Tenemos muchas denuncias que lo confirman. Y ya sabrá lo que eso significa. (…) ¿Cómo justifica, entonces, esas acusaciones?
Porque soy una persona que tiene éxito profesional y, consecuentemente, muchos enemigos (…)
¿Sospecha de alguien?
Han sido Fulano, Mengano y Zutano.
¿
Qué nombres ha dicho?
Fulano, Mengano y Zutano.

Vamos a dejarle volver a casa… por ahora.

Jardiel había hablado con colegas y amigos de diversas ideas políticas sobre su amistad con José Antonio Primo de Rivera, había tenido amistad con falangistas conocidos de su profesión, como Pedro Mourlane, Rafael Sánchez Mazas, Samuel Ros, José María Alfaro, Julio Fuertes o los hermanos Sáenz de Heredia. Y en tiempos revueltos siempre hay quien tiene especial morbosidad en recopilar lo que otro amigo dice, así que esa simple amistad se convirtió en una espada de Damocles que pendía sobre su cabeza, y la de su familia.

Tras el susto, volvió a casa y tranquilizó a su familia. Al día siguiente, mientras escribía en el café Europeo, vio como unos milicianos le observaban a través de los cristales. Jardiel se puso a escribir como un desaforado… sesenta veces la frase “Amplísimo vestíbulo de la casa del padre de Herminia, en Madrid”.

Mi actitud había alejado para siempre a los milicianos. (Un hombre que escribía tranquilamente en un café era en el verano de 1936, en Madridun hombre que no tenía miedo. Y un hombre que no tenía miedo en el verano de 1936, en Madrid era un simpatizante del marxismo).

Todo un personaje, Jardiel. Y esta, su mejor obra.

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