Este podría ser un libro perfecto para la nostalgia. Ideal para recorrer la ciudad, armado con él, para localizar los vestigios que quedan en pie de la república y la guerra civil.
El trabajo de Lucila Aragó y los otros autores podría haber sido redondo. Una imagen especular del pasado.
Pero...
Como siempre la tendenciosidad ha destacado más que los aciertos. Valencia 1931-1939. Guía urbana. La ciudad en la 2ª República, entre sus cuidadas fotos, su DVD y la reproducción de una guía urbana de 1937 esconde ausencias destacadas y presencias no deseadas.
Ausente, todo aquello que suene a no izquierdista, marxista y, como extremo, levemente se trae a colación a la CEDA. Olvidemosnos de saber, gracias a este libro, en que lugares estuvieron las primeras sedes de Falange, por ejemplo.
Y como presencia extraña, la forma en que se traen a colación las malditas chekas. Que no deben faltar (aunque se traen de manera parcial, sesgada y breve en exceso), son historia y justo ahora se hace imprescindible su recuerdo... pero no de la manera vil y cobarde en que se hace.
Reproducimos textualmente, pg. 258:
No obstante, ante la presencia de una "Quinta Columna" hostil, que provocaba sabotajes y pasa información al enemigo, se habilitan lugares de detención y chekas.Íbamos a terminar esta entrada con un "Sin comentarios". Pero no. Hay un comentario insoslayable.
Así ¿era preciso habilitar esos lugares para masacrar a, por ejemplo, niños?. Ante esto, solo cabe decir una palabra. Una palabra que se inventaron los detenidos en las chekas para hablar de sus torturadores, ante la falta de un vocablo lo suficientemente duro en la lengua diaria para aplicárselo. De la mezcla de hijo de puta, cabrón y maricón, salió el hipucama. Y ustedes disculpen.
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