Puede que alguno de ustedes recuerde con cariño de niño los poemas de Gloria Fuertes. La nostalgia, a veces, es un espejo cuarteado, que no nos deja ver claramente la realidad.
Y es que esta poetisa resulta un claro ejemplo de un camino que de tanto transitar produce cercos en la senda. Desde las páginas de Flechas y Pelayos, por aquello de la evolución políticamente incorrecta, devino en una suerte de ateísmo light que en ocasiones roza la blasfemia, cuando no entra en ella sin duda. Para muestra, bien vale un botón: la Zambra celestial resulta particularmente abominable.
Son estas Obras incompletas justamente eso: incompletas. En ellas no encontraran sus mejores momentos, cargados de amor, religión y patriotismo. Solo zarandajas y, porque no decirlo, odio.
Esta costumbre de amputar o autoamputar lo políticamente incorrecto hiede tanto, que es momento de tomar medidas profilácticas. Mejor prescindir a enfadarse.
Si quieren leer poesía, hagannos caso una vez más: háganse con un buen libro de Luis Rosales, y leanlo. No lo intenten con este, a menos que deseen padecer una indigestión.
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