
Esta religiosa, enferma y estigmatizada, permaneció inmóvil en su casa desde 1813 hasta su muerte, donde tuvo múltiples visiones. Estas, que fueron recogidas, incluían esta obra, clásica desde su aparición en 1833.
En ella se nos narran los hechos sucedidos desde la Última Cena hasta su resurrección con el detalle propio de un testigo ocular, como si ahí hubiera estado para contemplarlo todo.
Más que un drama, parece casi un reportaje de uno de los momentos más trascendentales de la cristiandad, del mundo.
Juan Pablo II declaró Venerable a la autora.
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