sábado, 23 de febrero de 2008

Ahorre tiempo, no lea "Una historia de la guerra civil que no va a gustar a nadie", de Juan Eslava Galán.

No sabemos porqué el autor titula así a su libro (bueno, si lo sabemos, según él, por sugerencia de Pérez Reverte, quizá intoxicados ambos por un exceso de pescaitos fritos), cuando resulta mentiroso de todas todas.

Y es que esta Una historia de la guerra civil que no va a gustar a nadie, a buen seguro si va a tener un seguidor incondicional: Santiago Carrillo Solares, duque de Paracuellos, a quien en la página 146 exculpa de toda responsabilidad y conocimiento de los asesinatos que bajo su mandato directo fueron perpetrados. Esta referencia puede derivarse de dos posibilidades: o bien el autor, convenientemente engrasado, nos la quiere dar con queso, queso podrido y pasado que no puede tragarse nadie, ni él mismo, o adolece de un género de idiocia difícilmente calificable.

Claro que el ramalazo sigue presente en el libro, como algún pie de página que se le escapa dejando en mal lugar su supuesta pero en absoluto probada imparcialidad. Por ejemplo, en el grupo de fotos inserto al lado de la página 286 se puede leer "Serrano Suñer con un obispo cebón (en la España nacional no se pasaba hambre)", con lo que la constatación de una verdad queda marcada por el insulto lacerante (acaso el autor no ha visto su propia barriga, aunque quizá sean cosas que hay bajo ella lo que no ve hace tiempo).

Algo que se confirma en los apéndices documentales, con el empleo de las cifras de muertos de la Guerra civil de Gabriel Jackson, en lugar de las incontestables e incontestadas de Sálas Larrazabal, algo tan trivial para los amantes de la historia que hacen centro en la época, que posee una sola explicación, y no demasiado halagüeña. Lejos ya la risa que nos entró al leer en la página 267 que Negrín restituye la normalidad devolviendo la libertad a los sacerdotes encarcelados... ah.... pero ¿quedaba alguno vivo?. Permítasenos esta ironía.

En otro orden de cosas, abundando en este ensañamiento con la verdad de Juan Eslava Galán, en la página 170 afirma que no se empleó armamento químico en la guerra civil. Y se queda tan pancho. Convendría que alguien le recomendara por vía de urgencia la lectura de historiadores e verdad que le permitan conocer casos como el sufrido por la Sexta Bandera de Falange, integrada en la 62 División nacional, en el sector de Cilleruelo de Bricia, quienes los días 30 de junio y 2, 4 y 8 de julio de 1937 recibieron unos doscientos proyectiles cargados con gases. Algo que no existió, vamos.

De todas formas, si les gusta la ciencia ficción, no es un mal texto.

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