Tintín es un fenómeno mundial. Para pequeños y para mayores. No importa la edad que se tenga, siempre puede encontrarse una lectura adecuada.
No es de extrañar que algunos de sus admiradores, ya talluditos, decidan tomar a los personajes de los álbumes de Hergé para escribir una serie de historias cortas.
Estamos ante una obra colectiva. Cada autor da a luz una pequeña historia... lo que origina que, como siempre, se encuentren mezcladas textos excelentes con lecturas infumables. Pero, que se le va a hacer, una vez muerto el maestro e imposibilitada nuevas aventuras del personaje, uno se tira en plancha ante cualquier apócrifo, cuento o novela que permita por unos segundos seguir soñando con el personaje.
Así, el mérito de este Tintín, divertimento de escritores, no es, mal que nos pese, de los autores... sino del propio Georges Remí, que, venciendo a la muerte, vuelve con su máscara de Hergé y nos dice en susurros que es lo que le gusta y no le gusta de cada aventura.
Pero vale la pena.
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1 comentario:
Nunca me gustaron las pintas de Tintín y menos su nombre, pero reconozco que es un buen comic.
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