Los que le leíamos sufrimos esa ausencia, pero nada podíamos hacer para remediarla.
Ha querido el azar que en nuestro camino vuelva a aparecer Ignacio Beletegui, a quien de inmediato propusimos colaborar con este humilde Palabra y Obra. E Ignacio, grande de espíritu como solo los grandes íntegros pueden serlo, ha aceptado.
Esta es la primera de sus colaboraciones, que esperamos no sea la última.
Disfrútenla.
EL CID, DEL HOMBRE A LA LEYENDA
Burgos honra a su héroe.
Instalada hasta el 9 de diciembre en el recinto de la Catedral, la exposición “El Cid, del hombre a la leyenda” se ha convertido en uno de los acontecimientos culturales del año. Aún quedan unos días para disfrutar de ella.
En esta sociedad conceptos como nobleza, fidelidad y honor han sido desterrados del vocabulario por la izquierda y la derecha nacionales. Por eso son más que loables los esfuerzos locales por reivindicar héroes y gestas.
La muestra burgalesa aborda el Cid histórico, situado en su contexto, y cómo éste se eleva a la categoría de mito a través de la literatura y del resto de manifestaciones artísticas. Lo primero que llama la atención del visitante es el origen múltiple de las piezas expuestas. Museos provinciales y nacionales, Cabildos y Monasterios, Bibliotecas y Ayuntamientos de las dos Castillas, País Vasco, Madrid, Valencia, Cataluña, Asturias… Todo el país está representado, muestra del esfuerzo organizativo de la Junta de Castilla y León y de la Sociedad Estatal de Conmemoraciones.
La exposición, compuesta por casi 300 piezas, se abre con la figura de Rodrigo Díaz de Vivar y con la situación de la Península Ibérica en la época cidiana. Multitud de objetos datados entre los siglos XI y XIII nos transportan a la España Medieval, aclarando cómo eran la vida cotidiana y la muerte, las creencias y la guerra, la arquitectura, la economía y la legislación, tanto en los reinos cristianos como en las taifas musulmanas. Entre todo, cabe destacar la lápida de Sancho el Mayor, la espada Tizona o los documentos legales ligados al Campeador.
A través de un montaje audiovisual pasamos a conocer el caballero mítico. Pere Abat y su Mío Cid convierten al hombre en leyenda. Se exponen en esta sección los cantares de gesta que han llegado hasta nosotros y se demuestra cómo éstos influyeron en la literatura posterior, especialmente en los siglos XVI y XVII. La pintura y la escultura también tienen cabida. El Cid ha sido motivo constante de inspiración para los artistas españoles y dos pequeños grabados de Goya y Dalí así lo atestiguan. Sin embargo, lo que más llama la atención del público son los cuadros románticos e historicistas del siglo XIX que abordan los temas cidianos más literarios, como la afrenta a Doña Elvira y Doña Sol. Entre la obra pictórica, de calidad muy desigual, destaca por su fuerza la Jura de Santa Gadea del burgalés Vela Zanetti.
Son pocas las ocasiones en las que los españoles podemos aprender y enorgullecernos de nuestra historia medieval más allá de los manidos clichés de la convivencia de las tres culturas. Ésta es una de ellas.
Por Ignacio Beletegui
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