Crónicas de la
presentación de la AC Juan Ignacio In Memoriam en Valencia, en las Jornadas de
la Primavera Valenciana, las hay y las habrá en cantidad, exhaustivas y con una
relación de detalles que escapa a las modestas pretensiones de ésta página,
dedicada desde su nacimiento de forma absoluta y exclusiva a las actividades
culturales, con particular interés sobre los libros.
No pretendemos pues,
enmendarle la plana a nadie o hacer un trabajo de periodismo aficionado. No
solo no es nuestra costumbre, sino que sería una falta de respeto para quien,
oficialmente, si lo ha cubierto con el prisma de la completitud, del que nosotros
carecemos.
Pero sí consideramos lo
suficientemente interesante el acontecimiento para apuntar dos apostillas, no a
modo de "randglossen", ni mucho menos como una suerte de prensa rosa,
sino como aspectos que consideramos tremendamente significativos como para
hacer hincapié en ellos.
En primer lugar, la
impresión general de la jornada no pudo ser mejor. Y no por la calidad de los
participantes, que fue elevada, ni por la perfecta organización que hizo que
esos pequeños "fallos del directo" pasaran prácticamente
desapercibidos. No. Fue insuperable porque, quizá por las características de
asociación, y no de partido político, o quizá por otras causas que
desarrollaremos a continuación, la afluencia (elevada) de personas afines desde
distintas perspectivas a lo que, permitan a este pobre redactorcete que lo
llame así, "la causa" fue en extremo cordial y animada. Personas que
en otras circunstancias hubieran terminado a bofetones, debatían entre sí
cordiales, mezclándose unos con otros. De todos los palos y edades, desde
Falange Española de las JONS a Democracia Nacional, pasando por España 2000,
Resistencia Estudiantil , etc. Personas activas, jóvenes y otros con juventud
acumulada, que no habían salido de su sofá desde los tiempos de Fuerza Nueva,
juntos. Y a todos, el aliento les olía a España. A esa España que quizá un día
les llame a todos a la vez para que compartan trinchera y su sangre se mezcle
sin importar de donde han venido, sino a donde han ido.
En segundo lugar, y aquí
entran esas otras causas a las que aludíamos, porque vista la situación de esta
"Ex-paña", magnífico término acuñado por el maestro Rafael García
Serrano, buena parte de los presentes eran conscientes de que ése se trataba de
uno de los últimos cartuchos. No podemos seguir con discusiones bizantinas
sobre el sexo de los ángeles, pues mientras nos enzarzamos entre nosotros, los
turcos saltan al asalto los muros de Bizancio.
No quedan más que ganas
de gritar, con toda la potencia que seamos capaces, reclamando para nosotros
mismos lo que hace ya demasiadas décadas pedimos para España:
¡UNIDAD! ¡UNIDAD!
¡UNIDAD!
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