Con
Cuatro hombres regresaron a Hungría, nos vamos a una lucha frente al terror comunista. Los patriotas húngaros, y algún extranjero que prefirió luchar a su lado antes que ir de vuelta a su patria, resistieron hasta el final de sus fuerzas a la opresión comunista.
Podemos verla como una nueva Pimpinela Escarlata, de la mano de
Eduardo Marcos, pero la realidad es que, tras la ficción de la novela, se esconde la realidad terrible del
gulag.
Pensada en su origen como una obra alimenticia, para leer en el tranvía o el
autobús, hoy destaca entre tanta inmundicia editorial
haciéndonos buscar, como
Diógenes buscaba un hombre, un editor que rescate estas páginas del cruel destino al que la sociedad actual parece someterlas: el olvido.
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