Vivimos tiempos de memoria histérica, digo histórica, donde parece que el pasado fue chicle moldeable. El pasado se adapta al presente para reflejar lo que no es.
En Los grises encontramos tópicos (falangistas muy malos, divisionarios que vuelven de Rusia para entrar en la policía como refugio laboral...) escenas desagradables como la que nos muestra a un policía infiltrado a punto de perder su sexo a cuenta de una batasuna, y algun eco que puede salvarse de tanto caos, como la letra completa de aquella letra que se cantaba en los campamentos ("Que no queremos reyes idiotas...") aunque no sepamos muy bien a cuento de que viene en un libro con esta temática, o una mención no insultante al general José Chicharro Lamamié de Clairac.
El recorrido por la historia de ese cuerpo policial ya desaparecido pareced hacerse con la vara en la mano, con (¡ah, una vez más!) un cronocentrismo un tanto desagradable.
Encontramos, ya hemos dicho, tópicos en este libro de Julián Delgado. Lo que no encontramos son razones para recomendar su lectura. Al menos, no las suficientes.
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