La forma de leer esos tomos daba la pista ya de como tomar los de este autor: prescindir de lo que él escribe e ir directo a por los textos que estudia.
Para los que no tengan la mala suerte de haberse aburrido antes con él, avisamos que se trata de un autor capaz de demostrar por escrito que un elefante es una bellota. Y es que el papel es muy sufrido.
Con este De postguerra (1951-1990) -y perdón por el inciso, pero le sale una postguerra larga de narices-, como los textos antologados son mínimos y sobre los autores casi nos quedamos con Mihura y poco más, podemos, como en otras ocasiones, recomendar que se evite la lectura. Y es que somos así de políticamente incorrectos. Y aunque no somos fascistas, seguro que para Mainer si (fascistas, franquistas, etc., etc.). Claro que visto así... no dejaría de ser un orgullo ser fascista.
Siempre es mejor ser fascista que tontaina ¿no creéis?.
2 comentarios:
Lo malo de Mainer no es que sea muy profesoral —que sí— sino esa tendencia a ideologizar la crítica.
En muchas ocasiones las hojas del fascismo no le permiten ver un bosque de buena literatura.
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Exacto. No solo duerme sino que en los atisbos en que uno no se duerme, si no llega a estar avisado, cabrea.
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