Procedente de la muy democrática Cuba, Ernesto Hernández Busto, se permite destrozar a Rózanov, Jünger, Montherlant, Céline, Morand, Evola, Pound, Vasconcelos o Giménez Caballero.
Un montón de porquería pseudointelectual que hace rima perfecta con la "Kultura" con "k", pero que no encaja ni de lejos en la cultura cierta, de las que muchos de los nombres que abren esta entrada son referencia eterna.
Este Perfiles derechos resulta un libro óptimo para calzar una mesa, para hacer un regalo a un amigo con problemas para contener su glándulas salibares, para presumir de progre de la hoz y el martini, para coger un dolor de tripa o para limpiarse tras liberarse del dolor. Pero no para leerlo.
El capítulo dedicado a Giménez Caballero resulta especialmente siniestro. Uno tiene la sensación de entrar en una carnicería cutre plagada de moscas. De moscas cubanas.
Hágannos caso. No lo lean. Su tiempo vale mucho más que esto.
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