lunes, 10 de diciembre de 2007

Cine de ayer. "La batalla de Argel"/"Mon oncle".






Hoy hablamos de cine.




Cuando parece que el cine actual tiene que refugiarse en estropear novelas para poder hacer algo decente, echamos la vista atrás al cine europeo que ha marcado época. Cine para revolucionarios profesionales y reaccionarios sentimentales.


En primer lugar, "La batalla de Argel", película apologética del FLN argelino y del terrorismo de la Casbah, aunque no siempre se deja llevar por el partidismo, y que describe, con descarnado realismo, la génesis de la independencia argelina.


Gillo Pontecorvo, un director italiano recientemente fallecido, comunista que renegó de Moscú en 1956, fue premiado en el Festival de Venecia de 1966 por esta cinta, que contó con la participación delante y detrás de las cámaras con miembros del FLN como Yacef Saadi, que se interpretó a sí mismo. El protagonista de la historia es otro: Omar Alí (encarnado espléndidamente por Brahim Haggiag), alias Alí La Pointe, un delincuente analfabeto que entra en contacto con los independentistas tras una de sus estancias en la cárcel, que le cambiará la vida.


Resultan memorables algunas escenas de la película, especialmente, las de acción. Particularmente podemos destacar el momento de la prueba de Alí Lapointe, en que debe matar a un gendarme por la espalda, pero se le entrega un revólver descargado; el clímax de la escena describe estética y psicológicamente unos acontecimientos que trastornaron a Argelia y a Francia, y en parte lo siguen haciendo hasta hoy.


Otros de los momentos destacables es el atentado con bomba de tiempo en el famoso "Milk bar" (que sigue existiendo en Argel) y que si no estamos mal informados, también ha sufrido atentados islamistas en los años noventa.

La interpretación del resto de actores es interesante, máxime cuando muchos son personajes del conflicto. No es el caso de Jean Martin, actor profesional que interpreta al coronel Philippe Matthieu, paráfrasis del general Massus. Martin, tras su impactante y marcial interpretación de Mathieu, quedó un tanto encasillado, y le vimos, años después, haciendo del legionario de la OAS Víctor Wolenski, en un breve e intenso papel en "Chacal", de Fred Zinnemann.

Es además muy interesante la banda sonora, de Ennio Morricone y el propio director, Pontecorvo. El uso de los crótalos y otros instrumentos bereberes tradicionales propicia, con su ritmo marcado, una intensa emoción a las escenas más trepidantes. Es lo que intentó emulando a Pontecorvo, Imanol Uribe en "La fuga de Segovia"(1981), usando un redoble de tambor a la mayor gloria de cada atentado de la ETA en la película, a nuestro juicio, con un pobre resultado.

A la película le falla un tanto una parte del final en plena fiesta de la independencia, inconexo. Además, se centra tanto en la Casbah (muy bien reflejada) que no acaba por ilustrar sobre "las dos Argelias", ni sobre la suerte final de "pieds noirs" o "harkis", ni sobre la OAS, que bien merecerían su lugar en el cine. "La batalla de Argel" se encierra en sí misma en una narración concéntrica que parte del final de Alí La Pointe. En suma y sin embargo, es una película muy significativa de la época, y a la vez muy provechosa para el espectador de hoy.


Para desengrasar, una película magistral, que llega al corazón. "Mon oncle" (Mi tío), es una historia tremendamente visual y colorista que llevó a su director, Jacques Tati (Jacques Tatischeff era su nombre original), a trabajar durante años en ella, para asegurar el resultado.

El director francés, con sangre rusa, holandesa e italiana, da una lección sobre las cosas sencillas de la vida, sobre un sobrino que es feliz montando en el trasportín de la bicicleta de su tío (Monsieur Hulot, interpretado por el propio Tati) en lugar de la vida cibernética y aséptica que le aguarda en su casa automatizada con sus padres, superficiales y serios.


Se cuenta la contraposición de la Francia tradicional de los últimos años cincuenta, frente a lo "snob", lo moderno, con sus convenciones artificiales. El poco sonido que figura en "Mi tío" es dosificado de manera excelente y evocadora, y se hace más y más sentimental con la memorabilísima banda sonora que pueden escuchar en la página web "Tativille" dedicada al director. http://www.tativille.com/


"Mi tío", sorprende porque parece difícil imaginar que los escenarios y la acción de la "Francia moderna" datan de 1958. Aparecen fríos bloques de viviendas, de arquitectura de acero o brutalista, en los que apenas se ve a nadie, y destaca el color gris o el blanco, como muestra de inhumanidad. Frente a ello, el color y desenfado decadente de una Francia (y una Europa) que muere de vejez, pero lo hace con una sonrisa en la boca. El buñuelero que echa con la mano sucia el azúcar sobre los buñuelos que vende a los niños, el barrendero que nunca acaba de barrer la calle, ocupado en hablar con algún parroquiano, el mercado de verduras callejero...


Jacques Tati logró hacer poesía cinematográfica con Monsieur Hulot. El personaje, que aparece en varias películas (por ejemplo "Las vacaciones de Monsieur Hulot"), crea una mezcla de ternura y humor desbordante que hace llorar y reir a los corazones. Imprescindible para quien quiera disfrutar con el cine más imperecedero.

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