Estamos ante otro libro autobiográfico que bascula en torno a la División Azul. Y ustedes se dirán ¿otro más? ¿vale la pena leer más relatos divisionarios o visto uno vistos todos?.
Dejando de lado que hay tantas guerras como soldados las viven, y que los infinitos matices siempre hace deseable adquirir imágenes de más lados del mismo prisma, Enrique de la Vega convierte este relato en algo más de lo que estamos acostumbrados a leer en vivencias divisionarias. Sí, además de buen humor, valentía que raya con la osadía, grandes dosis de historia y amor a la Patria y a unos ideales jamás periclitados, en Arde la Nieve se adivina una novela de amor, sí, como lo leen.
Es ya de por sí esta pequeña rareza (que no lo es tanto) algo que mueve al consejo. Pero hay más que provoca el ánimo a la lectura de este libro distribuido por Barbarroja.
Si ustedes leen la dedicatoria, verán que ésta es un canto a Francisco Narbona. Y dicen rumores que el tal Paco Narbona es más bien autor importante de este libro, tal y como Torcuato Luca de Tena dio forma a las memorias del Capitán Palacios en Embajador en el infierno.
¿Y quien es Francisco Narbona? ¿Tiene algo que ver con la ministra Narbona, que presume de exilio franquista? ¿acaso será su padre?. Yo no afirmo ni niego, tan solo dejo ver un rumor que a esta redacción ha llegado.
En todo caso, es un magnífico libro. Disfrútenlo.
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